El cáncer de mama, como todos los cánceres, es una enfermedad que resulta de una disfunción celular. Algunas células del cuerpo empiezan a crecer y a multiplicarse en forma desordenada, y acaban formando un tumor. Podemos decir que el cáncer de mama es una enfermedad que resulta de la pérdida de la capacidad que tienen las células de limitar y controlar su propio crecimiento y que, por lo tanto, se multiplican rápidamente y sin control.
En su fase inicial, el cáncer generalmente no produce dolor; pero a medida que crece, puede causar algunas alteraciones. El cáncer de mama tiene una fuerte asociación con los genes BRCA1 y BRCA2, que pueden presentar mutaciones hereditarias que aumentan el desarrollo de la enfermedad.
En el cáncer de mama, las células comúnmente afectadas son las que revisten los ductos mamarios o las que se encuentran en los lóbulos de las glándulas mamarias. En este caso, los tumores formados se llaman carcinomas de ductos o lobulares. Otros tipos de cáncer de mama como los linfomas o los sarcomas son más raros.
Existen los carcinomas no infiltrativos o in situ (localizados) y los infiltrativos (invasores). Los carcinomas no infiltrativos son el 30% de los casos. Son tumores primarios, que no afectan a otras regiones del cuerpo.
El tumor infiltrativo es capaz de producir metástasis, es decir, es capaz de invadir las células saludables que están alrededor suyo. Si estas células anormales pasan a la circulación sanguínea, pueden llegar a otras partes del organismo, invadir otras células sanas y originar nuevos tumores; es decir, el cáncer se extiende a otros órganos del cuerpo (este proceso se llama metástasis).
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