Una apoplejía (o accidente vascularcerebral) es la lesión que sufre una porción del cerebro debido a la interrupción de su riego sanguíneo, y causa pérdida de la función en la parte del cuerpo que es controlada por esa porción dañada. De cada tres personas que sufren una apoplejía, sólo una se recupera por completo, otra sufre una discapacidad permanente, y otra muere.
Las apoplejías son raras antes de los 60 años, pero después de esa edad aumenta su frecuencia. El riesgo de una apoplejía es mayor en las personas que tienen familiares que han sufrido apoplejías. Usted no puede evitar envejecer ni cambiar sus antecedentes familiares, pero su estilo de vida puede afectar la mayor parte de los demás factores de riesgo de apoplejía.
"Isquémico" significa riego sanguíneo insuficiente, y "transitorio" significa temporal, pasajero. Un ataque isquémico transitorio es una "miniapoplejía" debida a una escasez temporal de sangre en el cerebro, que causa síntomas de una apoplejía leve, como trastornos del habla, del movimiento, de la sensibilidad o de la vista. Esos síntomas pueden durar sólo unos cuantos minutos, o hasta 24 horas.
Se considera que un ataque que dura más de 24 horas ya es una apoplejía. De un cuarto a un tercio de las personas que presentan ataques isquémicos transitorios sufren una apoplejía en los cinco años siguientes, y las apoplejías se pueden repetir si no se suprimen las causas subyacentes.
Los síntomas pueden incluir:
El tiempo y el grado de recuperación dependen de la extensión del daño cerebral. La mejoría suele empezar en una a dos semanas. Después de una apoplejía, la mayoría de los pacientes pueden sufrir alguna pérdida permanente de la función. La mayor parte de la recuperación posible ocurrirá en el transcurso de seis meses, pero hasta un año después puede mejorar algo la función.
La terapia del habla puede ayudarle a mejorar su capacidad de comunicación y de deglutir los alimentos. La fisioterapia puede ayudarle a recuperar la fuerza muscular y el movimiento, y la terapia ocupacional puede ayudarle a recuperar las actividades cotidianas, con lo que dependerá menos de los demás. La depresión, que afecta a más de la mitad de las personas que sufren una apoplejía, usualmente es fácil de tratar. Si no se trata, puede retardar la recuperación.
Una apoplejía rara vez afecta la función sexual, y es improbable que el esfuerzo físico del acto sexual provoque otra apoplejía. Sin embargo, debido a la debilidad o parálisis muscular, es posible que le resulte más fácil hacerlo en una posición diferente de las que acostumbraba.
Aproximadamente uno de cada veinte supervivientes necesita ayuda permanente para las actividades cotidianas como comer, vestirse, usar el excusado y bañarse. Si usted ha sobrevivido una apoplejía, lo importante es tratar de evitar que ocurra otra.
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