Su corazón es un músculo. Como cualquier otro músculo, necesita estar activo. Esa es una de las razones por las que el ejercicio es tan importante para estar sano.
Pregunte a su médico por el programa de ejercicio más adecuado para usted. El ejercicio que se suele recomendar es el ejercicio aeróbico moderado durante 30 minutos cada día de tres a cinco veces por semana.
Muchas personas descubren que al principio les va bien con el ejercicio, pero al cabo de un tiempo encuentran razones para dejarlo. Descubrirá que resulta más fácil mantener un programa de ejercicio si incluye una actividad que le guste, y que se adapte a su rutina diaria. La variedad también le ayudará a mantenerlo: quizás dar un paseo largo una o dos veces por semana y jugar al tenis con un amigo los fines de semana.
Busque la variedad, haga lo que le apetezca, no empiece demasiado bruscamente. Y, sobre todo, ¡disfrute!
Si pesa más de lo debido, su hipertensión puede empeorar. El organismo se ve obligado a mover más sangre, por lo que el corazón ha de trabajar más. Si su médico opina que debe perder peso, pero a usted le ha costado mucho perderlo en alguna ocasión anterior, pida consejo a su médico sobre la dieta y el ejercicio.
La reducción de la grasa de la dieta, sobre todo de las grasas saturadas, le ayuda de dos formas:
Aperitivos adecuados
Como sabe cualquiera que haya comido una bolsa de galletas saladas, la sal hace que el organismo requiera agua. Cuando el sodio de la sal llega a la sangre, arrastra agua con él. Este exceso de líquido hace que aumente la presión arterial y obliga al corazón a trabajar más de lo debido. El truco está en "vigilar al sodio".
Lea las etiquetas de los alimentos preparados como sopas en lata, salsas y alimentos congelados.
Busque alternativas bajas en sal o en sodio.
Vigile la sal escondida
Algunas personas pueden ingerir enormes cantidades de sal y tener una presión arterial normal; otras, con muy poca sal, son hipertensas. No hay forma de saber quién tiene una presión arterial sensible a la sal o al sodio sin probar primero una dieta pobre en sal. Si su hipertensión arterial es sensible al sodio, debe mantener un consumo de sal reducido.
Hay otros condimentos que pueden dar sabor a la comida. La clave está en vigilar la sal de los alimentos preparados que emplea al cocinar, como las sopas de lata. No es necesario dejar de comer bien para vivir bien.
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