Tratamiento

El tratamiento de mieloma pretende alcanzar los siguientes objetivos:

  • Estabilizar la enfermedad por medio de conductas que eviten las alteraciones bíoquímicas y del sistema inmunológico que pueden potencialmente tornarse peligrosas.
  • Aliviar los síntomas y tratar la enfermedad como un todo.
  • Eliminación de los síntomas y reducción de la velocidad de evolución de la enfermedad.
  • Curación completa y permanente de la enfermedad.

La finalidad del tratamiento es ofrecer una mejor calidad de vida al paciente.

Quimioterapia: utiliza medicamentos que impiden el crecimiento de las células cancerosas. Por ser un tratamiento sistémico (que afecta a todos los órganos del cuerpo), la quimioterapia suele tener efectos colaterales, como náusea y vómitos. También pueden presentarse anemia, infecciones y caída del cabello; sin embargo, la mayoría de los efectos colaterales están limitados por el tiempo de duración de la quimioterapia.

Radioterapia: este tratamiento utiliza las radiaciones para inhibir la capacidad de división de las células anormales, evitando así el crecimiento del tumor. En el mieloma múltiple la radioterapia se utiliza, sobre todo, para el tratamiento de dolores óseos.

Alfa Interferón: es una substancia producida por el propio organismo, que actúa sobre las células del sistema inmunológico; inhibe, entre otros, la proliferación de plasmocitos. El interferón está indicado para pacientes en los cuales la quimioterapia produjo la eliminación o, por lo menos, la estabilización de los síntomas de la enfermedad. El tratamiento con interferón tiene por objeto mantener la eliminación de síntomas conseguida con la quimioterapia.

Cirugía: la cirugía puede ser utilizada para disminuir o extirpar los tumores, reparar las alteraciones óseas y reducir el dolor. Existe toda una gama de medicamentos y procedimientos para reducir las molestias.

Control de los síntomas: Consiste en la administración de drogas para controlar la hipercalcemia, la anemia, el dolor y las infecciones. El empleo de medicamentos para el control de los síntomas tiene por objeto mejorar la calidad de vida del paciente.

Trasplantes: Existen dos clases de trasplantes:

  • El alogénico, en el cual se reciben células de otra persona, llamada donador. Este puede ser un familiar o una persona totalmente ajena, pero sea compatible con el receptor.
  • El autólogo, en el cual las células necesarias son tomadas del propio paciente antes de la quimioterapia, y trasplantadas de nuevo en su organismo.

Trasplante de médula ósea y trasplante de células madre: Hay dos tipos principales de trasplante, dependiendo de la fuente de células madre:

  • Trasplante de células madre de la sangre periférica, en el cual las células son retiradas de la sangre en circulación.
  • Trasplante de médula ósea, en el cual la médula ósea es empleada como fuente de células madre.

Trasplante de médula ósea: El trasplante de médula ósea fue utilizado inicialmente como parte del tratamiento de leucemia, de ciertos tipos de linfoma y de anemia.

Cuando se trasplanta médula ósea, el donador debe ser compatible con el receptor; por esa razón, los mejores donadores son siempre los familiares cercanos del paciente.

Antes del trasplante de médula ósea, el paciente debe someterse a quimioterapia o a radioterapia con el objeto de destruir las células encargadas de la defensa del organismo, y no crear un rechazo del tejido que será trasplantado. Por eso, este procedimiento requiere mucho cuidado, ya que el sistema inmunológico es afectado, y cualquier infección puede ser peligrosa.

El procedimiento de trasplante consiste en extraer, bajo anestesia, la médula ósea del hueso ilíaco con una jeringa. Luego, la médula se inyecta al receptor por vía intravenosa. De esta manera, la médula ósea llega a los huesos del receptor, y las células trasplantadas comienzan a dividirse. El resultado esperado es que la médula ósea del donador substituya a la del receptor.

Existen dos tipos de trasplante: el alogénico, en el cual las células recibidas provienen de otra persona, llamada donador. Este donador puede ser o no pariente del receptor; pero, en ambos casos, tiene que ser compatible con él. En el trasplante autólogo, las células son tomadas del propio paciente antes de la quimioterapia, y trasplantadas de vuelta a su organismo.

La médula ósea trasplantada tarda de dos a tres semanas en producir glóbulos blancos suficientes que ofrezcan protección contra las infecciones. En consecuencia, el riesgo de sufrir una infección grave es más elevado durante ese período.

Material producido por Oncoguía.

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