La hepatitis B es una enfermedad causada por un virus (el VHB) que afecta al hígado. Es más fácil de adquirir que el VIH, el virus que causa el SIDA.1 Puede ocasionar daño permanente al hígado e incluso la muerte. Más de 250,000 personas mueren cada año en todo el mundo por enfermedades relacionadas con la hepatitis B. De hecho, después del tabaco, la hepatitis B es la segunda causa de cáncer en el mundo.2
El virus de la hepatitis B o VHB se contagia de una persona infectada a otras personas a través de la sangre y otros líquidos corporales. Una mujer con hepatitis B puede contagiárselo a su bebé antes del nacimiento, durante el parto o por contacto estrecho durante el periodo neonatal y la primera infancia.3 Estos lactantes y niños tienen un alto riesgo de sufrir infección crónica.2 La hepatitis crónica se define como una anormalidad en el funcionamiento del hígado que persiste durante 6 meses o más.
La infección de madre a hijo es sólo una de las muchas formas como puede contagiarse el virus de la hepatitis B. Ya que el virus se disemina a través de la sangre y otros líquidos corporales como la saliva o el semen, el virus puede entrar en nuestro organismo por contacto sexual, contacto con la boca o los ojos o contacto con una lesión en la piel, como una herida o rasguño. También puede diseminarse por contacto directo con una aguja no estéril contaminada con hepatitis B. Esto puede ocurrir al hacerse un tatuaje, colocarse aretes en las orejas o el cuerpo (piercing), al someterse a acupuntura o al usar drogas inyectables.3
El virus puede vivir sobre una superficie hasta por 30 días.2 Incluso puede adquirirse al compartir los utensilios para comer, el vaso, el cepillo de dientes o el rastrillo de afeitar de alguien que está infectado.3
Muchas infecciones por hepatitis B no causan problemas a largo plazo, pero algunas personas pueden desarrollar una infección crónica. En todo el mundo, se calcula que entre 200 y 300 millones de personas son portadoras del virus de la hepatitis B infectadas crónicamente.2
Los portadores crónicos a menudo no muestran ningún síntoma. Aunque no sepan que están infectados, pueden infectar a otros. Las personas con infección crónica por hepatitis B tienen un alto riesgo de morir de hepatitis crónica, cirrosis (una enfermedad que ocasiona endurecimiento y daño permanente del hígado), insuficiencia hepática o cáncer del hígado.2,3
El riesgo de presentar una peligrosa infección crónica por el VHB después de la exposición se reduce a mayor edad. Los recién nacidos que contraen la infección de su madre al momento de nacer tienen un riesgo de 90% de convertirse en portadores crónicos, y hasta 25% morirán en la edad adulta como resultado de una enfermedad del hígado relacionada con la hepatitis B.2Una infección por hepatitis B durante los primeros 5 años de vida implica un riesgo de entre 30 y 50% de volverse crónica.2 Lamentablemente, en las regiones donde la hepatitis B representa el mayor riesgo de salud, la infección ocurre en edades tempranas y una mayor proporción de las personas que la contraen se vuelven portadores crónicos de la enfermedad.3
Muchas personas infectadas por la hepatitis B no presentan síntomas, o estos son leves.3 Estas personas pueden no darse cuenta de que padecen una enfermedad grave.
Sin embargo, las personas afectadas por lo general se sienten muy mal. Si usted tiene alguno de los siguientes síntomas, o si no tiene síntomas pero sospecha que puede estar infectado, debe consultar a su médico lo más pronto posible.
Si usted cree que puede estar infectado por la hepatitis B, consulte a su médico y expóngale sus preocupaciones. Su doctor puede realizar un sencillo análisis de sangre que determinará su situación respecto a la hepatitis B. Si usted está embarazada y le preocupa que pueda estar infectada, practicar un análisis de sangre antes de que su bebé nazca les permitirá a usted y a su médico tomar las medidas necesarias para evitar que su bebé se infecte con la hepatitis B.
Su médico puede explicarle las medidas para reducir su riesgo de contraer la infección por hepatitis B y sufrir sus graves consecuencias. Por ejemplo, usted debe evitar:
Si usted o los miembros de su familia tienen contacto con alguien que pueda estar infectado con el virus de la hepatitis B, es importante comentar con su médico los beneficios y riesgos de la vacunación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que todos los países incluyan la vacunación universal sistemática de los lactantes en sus programas nacionales de vacunación. Su meta es una reducción de 80% en el número de niños que se vuelven portadores de la hepatitis B. Sin embargo, como en las regiones donde el índice de infección por hepatitis B es bajo, es más probable que las personas se infecten en la adolescencia o la edad adulta. Por ello, harán falta muchos años para que el impacto de la vacunación durante la primera infancia sea evidente. Para detener más rápidamente la diseminación de la hepatitis B en estos países, la OMS también recomienda considerar la conveniencia de vacunar a los adolescentes.4
Las vacunas contra la hepatitis B generalmente son bien toleradas. Después de la inyección, las molestias más comunes son dolor (espontáneo o a la palpación), enrojecimiento, hinchazón, calor o irritación en el sitio de inyección. Algunas personas han experimentado fiebre, fatiga, dolor de cabeza, náusea o diarrea. Son raras las reacciones graves, pero pueden ocurrir. Comente los posibles efectos colaterales con su médico. Al igual que todas las vacunas, la administración de la vacuna contra la hepatitis B puede no proteger al 100% de las personas que la reciben.
Ayude a protegerse usted mismo y a sus seres queridos Hable con su médico, o solicite información en una institución de salud de su localidad. Pregunte sobre la vacunación y otras formas que le permitan ayudar a protegerse usted mismo y a sus seres queridos contra la hepatitis B.
1. Beekmann, S.E., Henderson, D.K.: Health care workers and hepatitis: Risk for infection and management of exposures, Infect. Dis. Clin. Pract. 1(6):424–428, 1992.
2. Centers for Disease Control and Prevention: Epidemiology and Prevention of Vaccine- Preventable Diseases (6a ed.) eds. W. Atkinson, y cols., Atlanta, Department of Health & Human Services, enero de 2000, pp. 207–229.
3. Robinson, W.S.: Hepatitis B Virus and Hepatitis D Virus. Principles and Practice of Infectious Diseases, eds. Mandell, G.L., Bennett, J.E., Dolin, R., Quinta ed., Filadelfia, Churchill Livingstone, 2000, pp. 1652–1678.
4. World Health Organization: Hepatitis B Vaccine—Making global progress, Expanded Programme on Immunization (EPI), Organización Mundial de la Salud, octubre de 1996, pp. 1–5.
5. Scott, R.L.: Hepatitis B: Action plan for a preventable health problem, Clinician Reviews. 41– 60, septiembre de 1993.
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